Cuando el 95% de las oportunidades una persona se encuentra vulnerable a que sus datos en el Internet sean violentados, entonces debemos preguntarnos si el uso de la tecnología sirve para asegurarle al usuario común que este tipo de herramientas tienen la capacidad de guardar de manera fiable sus datos. Mi propuesta en estos casos tiene que ver con el papel que juegan los Gobiernos Nacionales, el Estado, en este ambiente global en el que las fronteras geográficas no son una valla para los criminales que pululan en el Internet.
Una de las funciones esenciales del Estado es asegurar la seguridad de sus ciudadanos. Un país no puede vivir en la zozobra, en el caos, el marco jurídico que regula la vida de la sociedad que vive dentro de los linderos de un país debe otorgar un nivel de confidencialidad y seguridad tal que le permita a las personas desarrollar sus actividades de manera que lleguen a la plenitud de sus vidas, y del ejercicio de su papel como ciudadanos de una nación.
De lo que observo y aprendo de mis interacciones con usuarios y colegas es que el Estado, y su accionar, se perciben como los elementos que traen burocracia, y que generan demora en los esfuerzos de modernizar y adoptar nuevas tecnologías. Eso puede ser cierto, a pesar de que la modernización del Estado ha logrado grandes avances en el mundo, hay países en Asia y Europa del Norte que ofrecen a sus ciudadanos una serie de servicios que ostentan un grado de automatización muy grande. El caso de Japón es llamativo porque ante el problema de la escases de mano de obra recurre a la robótica como el medio para paliar esa falta de personas que hagan trabajos que sus ciudadanos necesitan.
El Estado debe tener siempre una presencia central en la vida de sus ciudadanos, de la manera adecuada por su puesto, este papel lo ejerce a través del marco legal que rige las actividades de sus ciudadanos. El Internet no puede, ni debe, constituirse en un ambiente supranacional que desborde las medidas de control del Estado. Al mismo tiempo, el Internet tampoco puede ser un ambiente cautivo de los deseos de algunos líderes nacionalistas, o de ambientes de gobierno plagados de lenta burocracia que genera cosas terribles como la corrupción. Es el desafío del Ciudadano y del Estado Moderno encontrar el justo punto medio para hacer un buen uso de los recursos que permita cumplir con la meta aquella de “mejorar el nivel de la calidad de vida de las personas”.
Debido a que en el 95% de las veces la tecnología que tenemos desarrollada no nos protege, es justamente el Estado quien tiene que asumir a cabalidad ese rol. El usuario necesita la tranquilidad de darse de lleno a los procesos de digitalización, los problemas que tenemos de burocracia y entorpecimiento de las operaciones que llevamos a cabo tienen que ver con el descrédito de las instituciones que rigen nuestras áreas de acción. Me pongo en este escenario, ante un potencial robo de identidad, el problema es que el ciber-criminal haga uso de esa información para que en nombre mío tome acciones que lo beneficien, y por el contrario parte perjudiquen a la víctima.
Si en el escenario anterior, la víctima puede recurrir al ente del Estado que presta auxilio al ciudadano en ese tipo de incidentes, es el Estado quien asume la responsabilidad, resarce al ciudadano de sus pérdidas y persigue al criminal. Todo lo anterior al mismo tiempo! Porque claro si usted tiene que esperar una vida para que sus problemas de seguridad sean resueltos, entonces la incapacidad del Estado está declarada. Los entendidos en materia de transformación digital declaran una y otra vez que este proceso de modernización pasa por un cambio de parámetros, por cambios culturales, la realidad dice que efectivamente están en lo correcto. El hecho de que una víctima de violación de sus datos personales no puede ser atendida por el Estado de manera efectiva y con la rapidez que una emergencia requiere, no se debe a que los Estados no inviertan en tecnología, se debe a que los parámetros con los que las entidades públicas reaccionan pertenecen al mundo analógico que estamos dejando de lado.
Recordemos que la materia prima que hace que el Estado funcione es el comportamiento de los ciudadanos, por tanto, somos los ciudadanos quienes, con nuestro comportamiento, los que podemos generar los cambios que se requieren. Uno de ellos, un de esos comportamientos, tiene que ver con el deseo de alejar al Estado de nuestras vidas, y optar por ambientes “privados” solamente. No me tomen a mal, si alguno piensa que hago apología en cuanto a tener un Estado controlista que mire todo, les debo decir que esa no es ni mi prédica, ni me filosofía en cuanto al manejo político de los países. Lo que si digo es que si yo pago mis impuestos, y respeto el marco de la ley entonces por lo menos necesito que en el momento que me vea perjudicado por alguna acción ciber-criminal, entonces a ese que le doy mi dinero, y al que respeto, me de lo que le toca en este juego cívico.
Cuando hablo de la actitud de buscar menos controles y mayor flexibilidad, y que estos aspectos estén alejados del radar público por el mero hecho de que las instituciones tutelares no cumplen la labor que esperamos los ciudadanos, digo que esa actitud nos pone en riesgo de caer en manos de ciber-delincuentes. Temas como la violación de datos (data breach), monedas digitales (crypto currencies), sistema de control (blockchain), y algunos otros más que están en boga, deben pasar necesariamente por el control del sistema legal y oficial que rige a las naciones. Un hacker encuentra atractiva su labor de romper la seguridad informática porque detrás de ello hay una respuesta torpe en cuanto al manejo de esa información. La violación de datos se puede dar de todas formas, el uso que esta gente haga de esos datos es lo que hace más o menos atractiva la explotación de esa información; por esa razón, una reacción acorde con la ofensa hará que ese valor que percibe el ciber-criminal se esfume debido a que los interesados en mal utilizar la data se darán cuenta que esa data o ya no existe, o el uso de ella significará un problema más grande que el beneficio que planearon inicialmente.
Tengo la esperanza, y la sospecha, que buscando por estos caminos encontraremos soluciones con ratios de éxito mucho más grandes. No hay empresa, ni sociedad, menos país que pueda sobrevivir con el 95% de fallas en sus intentos de hacer las cosas bien. Así como la economía empuja que los niveles de desempleo se mantengan a niveles tales que permitan más gente trabajando, y si algunos no tienen esa posibilidad entonces puedan ser asistidos temporalmente; de esa misma manera, necesitamos que las Tecnologías de la Información debidamente reguladas y enmarcadas dentro de la ley, entreguen la posibilidad de mostrar niveles de éxito mucho mayores, en dónde una violación de datos pertenezca a un incidente aislado, rápidamente identificado, prontamente auxiliada la víctima, y severamente castigado el ofensor , entonces empezaremos a cumplir con aquello que se pregona por calles y plazas: satisfacer las expectativas de nuestros usuarios, de nuestros clientes, de nuestros ciudadanos.